20 años sin José María Párraga

EL EXTRAÑO PINTOR

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Pez

Tinta aplicada con rodillo y espátula sobre cartulina. Año 1965. cm.

Colección particular

"...las manchas más atrevidas siempre nos recuerdan algo figurativo..." (Hoja del Lunes, 1-II-1960).

Aunque a veces se acercó bastante a lo abstracto, lo normal es comprobar en la obra de Párraga un objetivo último más o menos figurativo.

En sus inicios y en sus épocas de mayor crisis personal y, por lo tanto, artística, y sometido siempre a su increíble capacidad creativa, es fácil encontrar ejercicios en los que experimenta, "juega", con materiales diversos. El titular de la entrevista que le hacen en 1987 es significativo: "La pintura es un juego para mí". (La verdad, 12-IV-1987)

En esta obra, fechada en 1965, superpone diversas pasadas de rodillo, poco cargado de tinta, para componer el cuerpo y las aletas, y luego añade la cola y las espinas con trazos firmes de espátula. No necesita más.

Los matices que logra extraer de la monocromía que aporta la única tinta empleada son suficientes para transmitir la ilusión de brillo o de transparencia, y así completa el proceso creativo ante la cartulina en blanco: "...esos cinco o seis segundos primeros son los de verdadera creación y pensamiento, el resto es artesanía..." (La Verdad, 1-XII-1992)

Pero esta síntesis brutal exige, como es lógico, la actitud activa del espectador: "...el arte de Párraga... niega contundentemente la "mirada contemplativa", para construirse sobre las diferentes y subjetivas interpretaciones de la realidad que aporta la "mirada activa""(1)

 

(1) Pedro Alberto Cruz. Párraga, Exposición antológica. 1998. Pág. 25