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Sin
título
Tinta sobre papel.
24 x 32,8 cms. Año 1963.
Colección
particular
Los
escasos escarceos de Párraga con la abstracción, especialmente
en sus inicios, se dirigían habitualmente a los collages. Ya
en 1960 admite en una entrevista lo que va a ser una constante en
su obra futura: la necesidad de mantener un vínculo más
o menos evidente con la figuración "Yo
creo en el abstracto, aunque lo veo casi pasado. La pintura de última
hora pertenece ya a un arte informal..." (Hoja
del Lunes, 1-II-1960)
Párraga
se postula desde sus inicios en eso que algunos han llamado "Posvanguardia":
“El arte se halla desde hace tiempo
en una fase posvanguardista. Ésta se caracteriza por la restauración
de la categoría de obra y por la aplicación con fines
artísticos de los procedimientos que la vanguardia ideó
con intención antiartística” (1).
El interés
que nos despierta esta pequeña e inusual obra se concentra
en varios aspectos:
- El empleo
de tintas, que desde muy pronto incorporó a su obra, le permitía
experimentar con matices muy sutiles, imposibles de obtener con otro
material.
- El encuadre
en tres de los lados con un negro muy intenso, dejando "abierta"
la parte inferior.
- El contraste
entre las formas más o menos rectas del marco y el fondo con
las tres manchas "arriñonadas" que se superponen,
creando un efecto óptico de levitación, frente a la
solidez vertical del resto.
- Creemos
que esas formas curvas tan nítidas están obtenidas mediante
máscaras, y en su interior se aplicaría la tinta presionando
con algún trapo o papel empapado, repitiendo el proceso las
tres veces, sin recargar la tinta, para obtener las tres intensidades
(si nos fijamos en las dos formas superiores, comprobamos que las
texturas responden al mismo patrón de pliegues).
(1)
Peter Bürger, Teoría de la Vanguardia.
1974. pág. 113
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